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Los pretextos, el “ya merito”, el “jugamos como nunca y perdimos como siempre”, fueron sepultados, luego de que el Tricolor derrotó 2-1 a Brasil en la Final de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 con doblete de Oribe Peralta.
México no pudo elegir mejor escenario para volverse inmortal y codearse con los dioses del Olimpo. En menos de dos horas, el Himno Nacional sonó dos veces en Wembley anunciando la gloria, anticipando la leyenda de 18 héroes vestidos de verde y teñidos de dorado.
Oribe Peralta le gritó al mundo que para dejar la medianía no existe mejor receta que el trabajo y la fe en uno mismo; Jesús Corona comprobó que levantarse de sus yerros tiene una recompensa imborrable; Héctor Herrera demostró que no hace falta ser brasileño para pisar el balón como mago; Marco Fabián aprendió que al talento hay que acompañarlo de sacrificio; y Luis Fernando Tena, el comandante de esta histórica agrupación, se ganó de forma sublime la credibilidad de un entorno que lo desacreditó una y otra vez.
En una frase podría resumirse lo sucedido aquel 11 de agosto: “un momento de dicha es suficiente para una vida”; pues bien, estos jóvenes dieron de más. Las lágrimas involuntarias llenas de júbilo fueron un clímax incomparable. Un país se abrazó al éxito, no más a una esperanza siempre lejana en tiempos pasados.
Oribe Peralta festeja uno de sus goles en Londres 2012. (Foto: Mexsport).Ellos creyeron y contagiaron; apostaron y arriesgaron; fueron fieles a un estilo ante el débil y el supremo; desafiaron con argumentos; se aventuraron escudados en un anhelo, y al final conquistaron sin dejar dudas de su triunfo.
Hace una década el Tri dejó de ser espectador de las hazañas del vecino o de los países lejanos; esa victoria tuvo un sentido de pertenencia que agrandó el pecho; los que estaban en el máximo escenario bajo la atenta mirada del mundo eran mexicanos.
“Por el amor de Deus, el carnaval es mexicano, ¿dónde están los tamborcitos, dónde están las garotas?… Se acabó el partido y empieza la fiesta. ¡Oro para México, oro para México! Oribe Peralta y los mexicanos levantan los brazos…”, relató el cronista Christian Martinoli llenándose la boca, mientras el resto hacía del llanto la máxima expresión de felicidad.
A 10 años de aquella gesta que puede ser considerada como la mayor victoria en la historia del balompié nacional, valga recordar que es el oro más reciente de un representante azteca en Juegos Olímpicos. Ni en Río ni en Tokio. Londres 2012, en Wembley.