¡Síguenos!A ella se han sumado Carolina, Ángela, Kimberly, Claudia, María Isabel, Lourdes y un colectivo sin rostro que las autoridades identifican como “Desconocida”. A la última víctima de probable feminicidio, también anónima, se le arrebató la vida el 21 de noviembre. Suman 52 en los últimos 11 meses; cinco menos que hace un año en estas mismas fechas.
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Algunos podrían asumir la ligera baja en la estadística como un triunfo. Lo cierto es que, en el campo de batalla que suponen los espacios público y privado para las mujeres, la única cifra que puede celebrarse es cero. Cada número es un nombre, una historia, una vida extinta a manos del patriarcado cultural y sistemático.
Pero hay esperanza. Los feminismos encuentran en el acuerpamiento colectivo y la denuncia coral el horizonte hacia tiempos libres de violencias. Fue por eso que la conmemoración de las vidas arrebatadas por parte de la IBERO Puebla vio desfilar a un grupo de colaboradoras vestidas de blanco: las presentes apelaron al binomio fe-justicia impulsado por los jesuitas.
Una a una, las 52 hermanas, madres, hijas y amigas sustraídas fueron recordadas y hechas presentes en forma de rosas blancas. Entre cada nombre se arrojaba, con el Estado como destinatario, una consigna: “¡justicia!”, “¡ni una menos!”, “¡memoria y verdad!”, reclamaron las asistentes.
Parte de la construcción de memoria es la remembranza de efemérides claves. La Mtra. Ana Gamboa Muñoz, responsable del Observatorio de Violencia Social y de Género (OVSG) de la Universidad Jesuita, evocó el recorrido histórico de las mujeres en resistencia: desde las primeras teóricas que reclamaron en Bruselas una tipificación especial para el asesinato de mujeres hasta el nacimiento del concepto de ‘feminicidio’ acuñado por Marcela Lagarde.
México no fue consciente de la problemática hasta que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos condenó el asesinato de Claudia Ivette González, Esmeralda Herrera Monreal y Laura Berenice Ramos Monárrez en el emblemático ‘caso del Campo Algodonero’ en 2009. Las cruces rosas de Chihuahua son un icono que, al día de hoy, recuerda que la muerte de mujeres por razones de género es un crimen de Estado.
El contexto educativo ha dado pasos importantes para erradicar las violencias de género. La Ley General de Educación Superior (2021) dedica un apartado a la instrucción de acciones para erradicar toda forma de violencia y discriminación, especialmente hacia las mujeres. Corresponde a autoridades y comunidades universitarias garantizar la materialización de estas condiciones en sus espacios físicos y virtuales.
Antes de concluir el acto de protesta amorosa, se guardó un minuto de silencio que fue roto por las estrofas de Canción sin miedo, himno feminista de Vivir Quintana. En palabras de la Mtra. Rosario Arrambide González, directora del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, SJ (IDHIE): “[El objetivo es] nombrar y hacer memoria. No son casos; son mujeres a las que les arrancaron la vida”
La IBERO Puebla se suma a los universidades y colegios hermanados bajo la tutela de la Compañía de Jesús para exigir acciones sustantivas por parte de las autoridades públicas de todos los niveles que pongan fin a todas las violencias contra las mujeres. Si bien el feminicidio es la expresión más radical del odio hacia la mujer, situaciones como el acoso, el hostigamiento, la violación y el abuso son todas inadmisibles en sociedades que aspiren a la justicia, la equidad y la inclusión.