¡Síguenos!En el país existen tres versiones del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), que es públicamente aliado de la Cuarta Transformación.
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De las tres versiones, dos son las realmente representativas y las que ofrecen mayor dinamismo parlamentario, institucional, político y hasta mediático. Esas dos versiones del Verde están con Claudia Sheinbaum Pardo, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, y la tercera, con más antigüedad, pero menor fuerza, es la que apoya al canciller Marcelo Luis Ebrard Casaubon.
En otras palabras, la esencia real del Verde Ecologista está con la presidenciable que en las encuestas y el afecto de Palacio Nacional aparece como puntera.
En el Palacio Legislativo de San Lázaro, el martes las fracciones del Verde del Congreso de la Unión dieron su espaldarazo a Sheinbaum.
Lo hicieron sin miedo, sin recato (dicho en el mejor de los sentidos), con convicción y hasta en un ambiente festivo.
En ese acto de apoyo a las aspiraciones de Claudia, quien acudió a la sede de la Cámara Baja, como invitada a las plenarias previas al arranque del periodo ordinario de sesiones, estuvieron los dos dirigentes más fuertes del “partido del tucán”, como se le conoce.
El ex gobernador de Chiapas y senador en funciones, Manuel Velasco Coello, y el ex diputado Arturo Escobar y Vega. Los dos estrategas y los dos las cartas más fuertes, en su momento, de ese partido.
Cada uno lidera una facción del PVEM.Es común escuchar que en el país está “el Verde de Escobar, el Verde de el Güero Velasco y el verde de Jorge Emilio”.
Este último, el llamado Niño Verde, quien comenzó muy joven en la política, de la mano de su padre, Jorge González Torres, fundador del partido, controla también una facción, que es la que está respaldando las aspiraciones de Ebrard, pero no por completo.
Ese mismo grupo está dividido y hay ahí quienes ven con mejores ojos al titular de Gobernación federal, Adán Augusto López Hernández, por encima del titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).
Por cierto, a Jorge Emilio la historia lo recordará por muchas cosas, entre ellas, que la primera vez que fue diputado federal casi se puso a llorar en su primer turno en tribuna para leer un punto de acuerdo.
O porque siendo senador, por segunda vez, fue sorprendido por el alcoholímetro en la Ciudad de México y, aunque charoleó para evitar las horas de detención en “El Torito”, luego debió regresar a cumplir su arresto, por no haber superado el examen de alcoholemia.
Hay más, pero aquí con eso basta.Ha habido una falacia que los mismos verdeecologistas se han encargado de exhibir, ahora, con su apoyo a la jefa de Gobierno.
En medios se ha tratado de crear la percepción de que “Marcelo es el dueño del Partido Verde”. De que pone candidatos y de que no habrá en ese partido ninguno que vaya a apoyar a otro aspirante. Falso.
Si nos ponemos estrictos y medimos la fuerza aritmética de las facciones, sin duda hay que afirmar que la mayoría del PVEM está con Sheinbaum.
Dos son más que uno. Y además ese uno está partido.