¡Síguenos!En enero de 2017, cuando aún no se había perfilado la desbandada masiva de senadores del PRD a Morena —que ocurriría meses después—, Zoé Alejandro Robledo Aburto se la jugó por entero con Andrés Manuel López Obrador y se sumó a sus filas.
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Dejó atrás una posición de privilegio en el perredismo y demostró lealtad a toda costa con el tabasqueño.
El ahora director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) fue desde entonces, y un poco antes también, un soldado, pero sobre todo uno de los generales del hoy presidente de la República.
La cercanía fue siempre innegable, incluso en los tiempos en que López Obrador también fue integrante del Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Zoé Alejandro preparó desde hace más de un año su postulación a la gubernatura de Chiapas por Morena.
La construyó con paciencia y pasos firmes.
La calculó desde la aritmética de las encuestas y en el pulso de la cercanía cotidiana con sus paisanos.
"Será Zoé porque es el candidato del Presidente de la República", decían.
"Le debe mucho, porque ha estado con él en las buenas y las malas", promocionaba su equipo en las mesas políticas y ante los personajes que querían que se sumarán a Robledo Aburto. Muchos lo vieron como una verdad absoluta y apostaron todo a esa posibilidad hacia la gubernatura chiapaneca, por encima de otras.
"Ya le dijeron en Palacio Nacional que es él y que intensifique el trabajo", propalaban otros.
Pero esta semana, el presidente anunció que el director del IMSS no buscará esa posición.
Dijo que se quedará a consolidar el sistema de salud público gratuito de la Cuarta Transformación (4T).
Se lo agradeció y lo reconoció como un gran contendiente para Chiapas, aunque ya no ocurrirá su candidatura.
Fue sacrificado, porque la gubernatura de Chiapas será una posición del Partido Verde Ecologista de México (PVEM).
Eso ya no está a discusión y es lo que conviene, como luego, en otros estados, podría convenir que el candidato fuera el que garantice un triunfo real y abrumador con la gente, o que las cosas terminen por definirse en un género.
Hay que recordar que nueve gubernaturas estarán en juego en 2024.
El caso de Chiapas, hay que saberlo leer en el contexto presidencial: la corcholata de los verdes, partido aliado del lopezobradorismo, es el exgobernador de aquel estado, Manuel Velasco Coello. Es cuestión de horas o días, para que le levante la mano y se sume a Claudia Sheinbaum Pardo.
Velasco Coello nunca tuvo realmente posibilidades y su apuesta siempre fue negociar la posición de Chiapas para su partido y para él. Se le ha concedido. Por eso bajaron al leal, incondicional, pero, sobre todo, eficiente y talentoso Zoé Alejandro Robledo Aburto.
"Los amigos son siempre los más sacrificables", dicen las voces sabias.
En política son soldados que pueden hasta inmolarse por el líder. Luego serán compensados. "Ganancias secundarias", le llaman los psicólogos, cuando ocurre en el ámbito familiar.
Quienes todavía suponen que el factor cercanía es definitivo y definitorio, blindado ante cualquier circunstancia, se equivocan.
El presidente juega sus cartas en función de la conveniencia política y en una estrategia analítica que considera que es la adecuada.
La cercanía puede ser hoy una posición de fragilidad.
No lo es todo rumbo al triunfo.
Claro que hay excepciones, como el caso de la contienda presidencial.
La aspirante más cercana resultó también la más fuerte, la más popular, la más eficiente y la que garantiza un triunfo arrollador: Claudia Sheinbaum.
No fue, finalmente, la cercanía su única divisa. Se convirtió con los meses en la mejor ante cualquier análisis y en cualquier estrategia.
Seguirá la selección de candidatos y candidatas a las nueve gubernaturas. Los soldados son los primeros que van a la línea de fuego y reciben la primera metralla ensordecedora.