¡Síguenos!Rescatistas perforaron un hoyo en la ladera de una montaña este jueves en un intento desesperado por drenar el agua de una caverna inundada en el norte de Tailandia, donde desaparecieron 12 niños y su entrenador de futbol.
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Sin embargo, el esfuerzo pareció infructuoso y continuaba el estado de alerta, sin garantía de que el agua retroceda pronto de la cueva y mientras todavía faltan meses para que termine la temporada de lluvias.
Los buzos han sido incapaces de cruzar los pasadizos llenos de agua fangosa y los rescatistas buscaban entradas alternativas, con espera de encontrar pozos escondidos en la montaña que sirvan como puerta trasera a las cavernas.
Wirachia Songmetta, director adjunto de la policía nacional, dijo que se unirá a 600 personas que peinan la montaña en busca de grietas. Algunos pozos hallados fueron descartados, pero el ministro del Interior, Anupong Paojinda, dijo que los rescatistas todavía buscan en tres lugares.
Los niños y su entrenador ingresaron a la cueva Tham Luang Nang Non en la provincia Chiang Rai la tarde del sábado al terminar un partido de futbol. El complejo cavernoso se extiende varios kilómetros (millas), con pasadizos angostos y terreno en desniveles, y se sabe que se inunda en la temporada de lluvias.
Aun así, las autoridades expresaron la esperanza de que haya partes secas a un nivel más elevado dentro de la cueva en donde el grupo de desaparecidos podría estar esperando.
A los rescatistas tailandeses se les unió un equipo militar de Estados Unidos y expertos británicos en cuevas, junto con otros equipos privados de especialistas extranjeros. En un informe matutino, los buzos que han estado tratando de ingresar a las cavernas dijeron que el nivel del agua está subiendo a un ritmo de 15 centímetros (6 pulgadas) por hora.
Por ahora no podemos hacer mucho", dijo Anupong. "Tenemos que esperar a que descienda el nivel del agua".
Algunos padres de los niños desaparecidos han pasado las noches en carpas afuera de la entrada de la cueva bajo la lluvia. La mañana del jueves, un monje budista organizó una oración para los familiares, muchos de los cuales no dejaban de llorar.