¡Síguenos!El difunto ex gobernador Rafael Moreno Valle Rosas y los integrantes de su oscura cúpula dejaron una estela de deudas, presuntos delitos y abusos que aún lastiman a los poblanos y que todavía está pagando Puebla; lo hará por décadas.
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En medio de esa época de excesos, hubo, sin embargo, una etapa, un día específicamente, negro para el entonces casi todopoderoso, iracundo e insultante gobernador.
Una fuente lo narra en primera persona, pero por respeto a la distancia en el tiempo y a los ausentes en este plano físico, no se revelará su nombre.
Eran los días más difíciles de la crisis que vivía el gobierno morenovallista por la pésima conducción del caso y las agresiones salvajes que la policía morenovallista, comandada por Facundo Rosas Rosas -hoy inquilino de un penal federal-, había infligido a los habitantes de San Bernardino Chalchihuapan, junta auxiliar del municipio de Ocoyucan.
El 9 de julio de 2014 ha quedado marcado en la memoria de Puebla, como el día en que se atentó contra la vida de manifestantes que reclamaban que se les hubiera quitado la Agencia del Registro Civil (con cierta justificación, habrá que decirlo, aunque es tema de otro debate). Ese mismo día, un menor de edad fue golpeado de muerte por un proyectil.
El niño, internado en el Hospital General del Sur, tenía ya varios días sin señal de vida.
Uno de esos tensos días, Moreno Valle Rosas -dice nuestra fuente- no fue el habitual energúmeno. Estaba nervioso, casi derrotado en su oficina de Casa Puebla.
Habían pasado unas horas del anuncio de que tenía muerte cerebral el niño de 13 años José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo. Rafael vivía una gran presión y una absoluta duda de cómo reaccionar.
La diputada perredista Roxana Luna Portillo -quien luego terminó en 2018 como candidata del morenovallismo- se había convertido en la opositora protagonista del caso.
Al recibir en su oficina a su interlocutor, Moreno Valle Rosas puso la grabación de una llamada entre la legisladora poblana y su líder en la corriente Alternativa Democrática Nacional (ADN), el ex senador Héctor Miguel Bautista López.
Rafael mostraba molesto “el uso político” que daban al tema.
El audio se conocería días después en algunos medios de comunicación. En éste los dos conversadores hablaban de poner espectaculares con la imagen del niño herido de muerte y con la cabeza y el rostro ensangrentados, además de presionar más.
Rafael puso a la persona invitada, llamada para que lo aconsejara cómo salir de la crisis, ante la ineficiencia de su equipo de gobierno, un audio más.
En éste, el entonces secretario de Gobernación federal, Miguel Ángel Osorio Chong -nos revela la fuente con absoluta seguridad y con la certeza de que ese material existe todavía-, hablaba también con Luna Porquillo.
Le recomendaba que pasará por lo que “ya estaba listo”. Le preguntaba el entonces funcionario peñista “¿cómo va la película?”, y del resto de la conversación se infería que se estaba preparando un documental sobre el caso Chalchihuapan. (Esa grabación no se hizo pública).
Tras exponer los audios, un Rafael cabizbajo, distinto del soberbio gobernador que acostumbraba hablar con dureza innecesaria y groserías abundantes a sus colaboradores, miró a la persona que tenía enfrente de sí.
“No sé qué quieren. Si quieren que renuncie, renuncio”, le dijo a una persona desconcertada que lo escuchaba y que no daba crédito al momento de enorme debilidad del entonces mandatario poblano.
La misma persona no sabe a ciencia cierta cómo evolucionaron las cosas, pues no trabajaba en el gobierno, aunque realizó una especie de consultoría para esa crisis.
¿Qué se dijo, qué se prometió y qué se concedió, para que los hechos cambiaran de tono y de rumbo y Rafael no tuviera que dejar la gubernatura?, son para la fuente misma un misterio.
Las confusas versiones del cohetón, del cilindro de gas, de la bala de goma, como arma asesina del menor, fueron marco de esos sucesos.
Haber permitido -dice- las investigaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y otros sucesos, salvaron la gubernatura.
Aquélla que ese día negro, de tristeza profunda, consideró dejar Moreno Valle Rosas, quien, por cierto, hubiera repetido la historia de su abuelo, el general y médico del mismo nombre, quien debió dejar su periodo gubernamental incompleto en Puebla, más de 40 años atrás.
Lo demás es una historia que ya todos sabemos… y todos los poblanos padecimos.