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Lo mismo en el Poder Legislativo.
¿Por qué no en el Poder Judicial?
Es un hecho que esto cambiará radicalmente. Es parte del proceso para acondicionar un nuevo régimen que, por primera vez en la historia de México, se hará sin una guerra civil sangrienta que enlute hogares.
Las tres anteriores transformaciones pasaron por un proceso trágico.
La reforma ha ocasionado el enojo de líderes del PAN y el PRI, de periodistas, de intelectuales y parte de los empresarios.
No se está hablando de una desaparición de los Poderes, sino de una renovación profunda que a todos beneficie.
Si la mayoría que cumplió con su deber cívico de sufragar ha dado su voto de confianza a la cuarta transformación, el pasado 2 de junio, ¿por qué el malestar?
Habrá foros con especialistas que enriquecerán los cambios que garanticen la aplicación de las leyes para una impartición pronta y expedita de la justicia que, por cierto, no ha existido.
No llegará al Poder Judicial cualquier hijo de vecino.
Les molesta que se siga escuchando la voz del presidente Andrés Manuel López Obrador, pensando que los comicios arrojaron a una presidenta electa que ya debe decidir, pero se equivocan, porque el hombre de Macuspana sigue siendo el jefe del Poder Ejecutivo y sus decisiones tienen un peso muy fuerte.
Él, se va el último día de octubre, no se les olvide.
Y hasta donde se ve, habrá diálogo y acuerdos entre los líderes del movimiento de la cuarta transformación, sin desconocer jerarquías.
EL PODER JUDICIAL EN PUEBLA
La reforma repercutirá, por supuesto, en todas las entidades.
Para darse una idea de lo que sucede en Puebla, el Tribunal Superior de Justicia y el Consejo de la Judicatura, pasan por momentos terribles de corrupción, tráfico de influencias, imposiciones. No es de ahora, esto de viene arrastrando desde hace algunos ayeres.
Un ejemplo es el presidente del Consejo de la Judicatura José Eduardo Sánchez Hernández, a quien le bastó ser recomendado de Patricia Leal Islas para ocupar el lugar de Carlos Palafox Galeana, resultando peor el remedio que le enfermedad.
Cómo puede estar en esa posición el ex subsecretario y secretario de la Contraloría morenovallista; ex mandadero del delincuente Eukid Castañón Herrera y, si algo faltara, persecutor de Alejandro Armenta por órdenes de Rafael Moreno Valle Rosas y Martha Erika Alonso Hidalgo.
Sánchez Hernández, hace todo lo posible por pasar inadvertido; ni ruido hace. Nunca imaginó que Alejandro Armenta se convertiría en gobernador electo y en diciembre próximo en mandatario constitucional.
De magistrado administrativo, Sánchez pasó a titular del Poder Judicial al caer Palafox.
POSDATA: Durante la consulta interna de Morena, la mayoría de los jueces y magistrados le apostaron a Ignacio Mier Velazco.
En la campaña por la gubernatura, se repitió el fenómeno, pero ahora a favor de Eduardo Rivera Pérez y Mario Riestra Piña.
Los jueces adictos al presidente de la Judicatura empezaron a presionar para votar por el PAN, añorando el regreso del morenovallismo; sin embargo, el defensor público Alfredo Mirón Terrones y el juez Enrique Romero Razo, se opusieron a la orden desquiciada, haciendo saber que estaban a favor del armentismo y lo hicieron patente en las urnas.
Terrones y Romero, sabían a los que se enfrentaban, pero no se arrinconaron, definiéndose por el camino correcto con Alejandro Armenta y Pepe Chedraui.
POSDATA 2: El ex presidente del Tribunal Superior de Justicia, Guillermo Pacheco Pulido, tendría que haber sido citado a declarar por el caso Mario Marín Torres. Por el contrario, después de haber sido un terrible gobernador interino que acabó en 6 meses con 91 mil millones del presupuesto de Puebla, ahora se dedica a escribir columnas en portales.
Apodado “El Plátano”, por chueco, no tiene llenadera.
Si viviera Ángel Aceves Saucedo, se lo gritaría de frente con mucha razón.
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