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Una de las teorías que ha generado más interés, tanto en el terreno de la cosmología y la filosofía como entre programadores y emprendedores de Silicon Valley, es la teoría de la simulación, desarrollada por Nick Bostrom en el 2003. La tesis de Bostrom es que ya que se puede creer razonablemente que las civilizaciones avanzadas realizan simulaciones sofisticadas, algo que es esencial en el terreno de la física teórica, por ejemplo, es muy probable que estemos viviendo en una simulación de una civilización más avanzada con un poder de computación inmenso.
Elon Musk ha sugerido que es muy probable que estemos sumidos en una, simplemente por el alto volumen de vida inteligente que debería de haber en el universo, según algunas teorías. Hay que decir, sin embargo, que Musk no es ninguna autoridad en este sentido. Un físico que sí tiene más autoridad, George Smoot, cree que es posible probar que vivimos en una simulación.
Hasta el momento no se han realizado estos experimentos teóricos, sin embargo, el profesor Preston Greene advierte que ni siquiera deberíamos intentarlo. En un artículo para el NY Times, Preston escribe:
Yo sostengo que los resultados de los experimentos propuestos serán interesantes en la medida en que son peligrosos. Aunque sería muy valioso enterarnos de que vivimos en una simulación de computadora, sería muchísimo mayor el costo que esto implica: incurrir en el riesgo de que se acabe nuestro universo.
Greene cree que un experimento así no tiene justificación ética, pues de realizarse con resultados positivos "podría provocar la aniquilación de nuestro universo", pues, como indica Bostrom, una "interrupción de la simulación" podría ser equivalente a la extinción de la vida humana, de este proyecto de existencia, el cual sería no muy diferente a una simulación que hacemos en un videojuego, acaso uno de esos en los que se diseña un mundo según el capricho.
Greene, quien es profesor de Filosofía en la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur, no ahonda demasiado en su advertencia. Y hay que decir que también podría decirse que, de ser cierto que vivimos en una simulación, esto podría tener resultados muy distintos, quizá un despertar, una especie de divinización o incluso una graduación a un nivel más alto. Todo esto es altamente especulativo, pero sería posible si partimos primero de la premisa de que una simulación es una idea razonable, como una versión actualizada de la idea antiquísima y quizá universal que sugiere que vivimos en un mundo ilusorio, como en la caverna de Platón o el maya hinduista.